La EM es una enfermedad muy variable y los síntomas dependen de las áreas del sistema nervioso central que se hayan visto afectadas y la magnitud del brote. Los episodios pueden durar días, semanas o meses e ir seguidos de períodos de reducción o ausencia de los síntomas (remisiones). También pueden presentarse de forma progresiva. La fiebre, los baños calientes, la exposición al sol y el estrés pueden desencadenar o empeorar los brotes.
No hay una EM típica. La mayoría de las personas con EM experimentará un conjunto diferente de síntomas, y aunque hay comunes a muchas personas, éstos pueden variar en severidad y duración, incluso en la misma persona.
Los síntomas más comunes son:
La fatiga es el síntoma más común y molesto a medida que la EM progresa. Mientras que algunos de estos sÃntomas son evidentes, otros tales como la fatiga, los problemas sensitivos, y los de memoria y concentración son a menudo síntomas ocultos. Estos pueden ser difíciles de describir a los demás y a veces los familiares y cuidadores no entienden los efectos que éstos tienen sobre la persona con EM, su empleo, actividades sociales y calidad de vida.
Muchos de estos síntomas tienen una fácil solución si se reconocen adecuadamente y se ponen las medidas diagnósticas y terapéuticas oportunas. En mucha ocasiones su control requerirá de una combinación de tratamientos farmacológicos y terapias físicas, tales como fisioterapia, logopedia o terapia ocupacional.